La cuchara

  

 

 En el centro cívico en el que  impartí la última charla sobre nutrición pediátrica, en Palma de Mallorca, a mi mujer le llamó la atención la portada de un libro que estaba en una  mesa reservada para adopciones de libros que los usuarios ya no necesitan. El libro en cuestión se titulaba "La rebelión de los niños" de Cristina Peri Rossi, y la portada lucía una obra de Rousseau, "Retrato de niño",  pintada en 1908. Cuando acabó la charla, me lo mostró y comentó que estaba segura de que me interesaría; así fue y sin dudar lo adoptamos. En el viaje de vuelta pude disfrutar de su lectura aunque se debe decir que la obra de Cristina Peri Rossi exige cierto grado de concentración para poder interpretar las diferentes líneas argumentales que su escritura desarrolla.

Os recomiendo, aunque quizás no será una tarea sencilla (está descatalogado), haceros con un ejemplar de segunda mano del librito, pues en él encontraréis ocho relatos cortos repletos de líricas imágenes, atractivas y estimulantes construcciones ideológicas y, sobre todo, un lenguaje de exquisita y elevada altura literaria.

 

 

Entrando en materia, he querido titular esta entrada en el blog : "La Cuchara" porque este sería el título, que como pediatra interesado en el mundo de la nutrición infantil, yo hubiera puesto al tremendo y opresivo relato que Cristina Peri Rossi, nuestra homenajeada escritora,  compuso hace casi 30 años.

Cristina Peri puso el título Ulva Lactuca al  primer cuento de los ocho que componen el libro, narración en la que se describen los sentimientos contradictorios de un padre que debe de cuidar de su hija mientras su mente está asediada por continuos pensamientos sobre el fracaso de su relación con su pareja, la madre de la niña.

Os preguntaréis qué significado tienen las dos palabras del título pero aunque podréis leer ahora párrafos escogidos de la narración, creo que es mejor dejar en dejar en vuestras manos la tarea de averiguarlo leyendo el libro. Transcribiré ahora estos párrafos, en los que la cuchara tiene el papel de protagonista,  para que podáis comprender la causa de mi asombro y los sentimientos de solidaridad con la niña,  que genera la opresión que ejerce el padre a la hora de alimentarla. Estas escenas, tan admirablemente narradas por la magistral pluma de Cristina Peri, son muchísimo más corrientes de lo que pudiera imaginarse, y aunque  muchos profesionales estamos insistiendo en que no se debe obligar a comer a un niño (tema principal de los libros:  "Mi niño no me come" de Carlos González, traducido a varias lenguas , y  "Se me hace bola", el libro más aclamado de Julio Basulto),  seguimos encontrándonos en nuestra clínica diaria, con muchos casos en los que esta práctica se ejerce, sin la violencia física de antaño, pero con la misma insistencia, insistencia disfrazada de pseudocariño (no vas a despreciar esta comida tan rica que mamá te hizo, ecológica y de la mejor calidad) o pseudocientifismo (si comes todo, crecerás y te harás grande y fuerte)

Todas estas circunstancias reunidas en el tiempo y en el espacio, me llevaron a conocer mejor la personalidad de Cristina Peri,  increíble escritora, que creo no tiene actualmente el reconocimiento que su obra merece. Espero que este post ayude a la difusión de toda su obra,  y , de paso, convenza a miles de familias de que  no se debe forzar a comer, sea con cuchara o con tenedor, a ningún bebé o niño.

 

ULVA LACTUCA (fragmentos) © Cristina Peri Rossi

Ella miró la cuchara con aversión. Era una cuchara de metal, oscura, con una pequeña filigrana en el borde y de sabor áspero.

−Abre la boca, despacio, des-pa-cii-iiiiiiito, como los pajaritos en el nido − dijo él, tratando de aproximar la cuchara hacia ella. Odiaba las cucharas. Desde pequeño, le habían parecido objetos despreciables. ¿Por qué se veía ahora en la obligación de blandirla, llena de sopa, de intentar introducirla en la boca de aquella pequeña criatura, como sus padres habían hecho con él, como seguramente los padres de sus padres habían hecho, si es que en aquel tiempo se usaban las cucharas, si es que algún estúpido ya las había inventado? Tenía que conseguir una enciclopedia y averiguar en qué año se había confeccionado la primera cuchara...    Cuchara: Utensilio de mesa que termina en una palita cóncava y sirve para llevar a la boca las cosas líquidas.

Lo que más le molestaba era la palita. Por eso no tenía la menor intención de abrir la boca, por más que él insistiera. Se distrajo, contemplando una figura bordada que había en el mantel...    No podía soportar el ruido de la cuchara raspando el plato. Desde pequeño odió las cucharas. Todas: las de metal, las de plástico, las de fórmica, las de madera y las de laca. ¿Por qué esa criatura no quería abrir la boca? Llevaba más de media hora en la delicada operación de hacerle tomar la sopa. La sopa se había enfriado varias veces, el la había vuelto a calentar y había cambiado el plato,  a lo mejor lo que no le gusta es el dibujo del fondo –pensó–. Había oído decir que a veces los niños no comen porque no les gusta el dibujo del plato. Existían varios platos en la casa, según le había informado su esposa, antes de abandonarlo: plato con coneja en la cama, las grandes orejas sobresaliendo del lecho, ideal para papillas y cremas...

No podía soportar el peso de la cuchara en la mano indefinidamente. ¿Por qué la apuntaba con aquel objeto metálico, provisto de una palita cóncava que servía para llevar a la boca las cosas líquidas? ...

... Había conseguido distraerse mirando el dibujo verde y rojo mientras él iba hasta la cocina, pero ahora ya volvía otra vez, volvía paciente, volvía terco y sereno y ella quiso sonreírle, estaba dispuesta a hacer las paces y a soltar una de sus risas favoritas, esas que a él le gustaban, pero de pronto del interior del plato –donde había naufragado– volvió a aparecer la cuchara, la terrible cuchara de metal terminada en una palita cóncava que sirve para llevar a la boca cosas líquidas. Y ella apretó fuertemente los labios. Si no habían comprado el colchón de agua era porque ella no quiso. Seguramente ya entonces no lo amaba, por eso no le entusiasmó la idea del colchón flotante, donde yacer como en un bote en perpetuo movimiento. Él la hubiera mecido allí como a una diosa del agua, como a una estatua sumergida en el mar, la hubiera amado como a una virgen flotante, vestal de espuma, rodeada de algas y líquenes...

Imagen © Pjcor : https://pixabay.com/es/users/ljcor-3559387/?tab=about

... Tendrás un lecho de agua como las esponjas y los corales ...   Pero ella no quiso comprar el colchón de agua y ahora la niña no abría la boca delante de la cuchara por nada del mundo. La apuntaba rigurosamente. El borde metálico avanzaba cortando despiadadamente el aire. Hizo como que no la veía, miró hacia otro lado, disimulando. El borde helado le rozó la mejilla. Si soplaba fuerte , todo el líquido se volcaría y se iría para otro lado. Había realizado esta operación varias veces. Había dejado que la terrible palita cóncava se acercara, y cuando la tuvo próxima, casi tocándola con su frialdad, sopló muy fuerte, con todos sus pulmones, y el líquido había ido a parar al suelo, al mantel o a la servilleta. Los líquidos rodaban, eso era lo que tenían los líquidos. Ella no podía soplar la cuchara, para apartarla de sí, pero en cambio podía conseguir que el líquido se fuera al diablo con el aliento de sus pulmones. Sin embargo no se animaba a repetir la operación. Una vez, su padre y su madre habían reído mucho cuando el líquido se fue rodando hasta el suelo, manchando el mosaico y la alfombra. A ella también le pareció muy gracioso que de pronto el contenido de la cuchara resbalara y quedara vacía, como una cuna sin niño. Pero la próxima vez que lo hizo, su madre rezongó mucho, agitó los brazos, levantó la voz y dijo una serie de cosas que ella no entendió, pero que evidentemente tenían que ver con el hecho de que la cuchara estaba vacía y el líquido en el suelo. En cuanto a él, también festejó un par de veces su soplido, pero –no se sabía por qué– a partir de determinado momento comenzó a fastidiarse con el asunto y ya no pareció disfrutarlo más, por el contrario, se ofendía y ponía furioso como si el líquido y el suelo fueran cosas personales. Y todos los días del mundo había cucharas, todos los días del mundo apuntaban hacia ella...

... La cuchara se hundió en la superficie líquida. Ella aprovechó para cambiar de posición en la silla de comer. No tenía gran libertad de movimientos; la silla era una celda para aprisionarla mientras comía. Por un lado y por otro había maderas que la sujetaban, que la acorralaban; intentó morderlas, cortarlas con los dientes, arañarlas, pero la madera era dura, resistente. Esta niña es incapaz de tomar la sopa, pero en cambio se tragará la silla, comentó un día su padre en voz alta. Manías de niños. Volvió a surgir, llena de sopa...

... La cuchara se elevó, como un pájaro que lento gana altura. La vio venir de lejos. Desde lejos venía, siempre arribando, como la marea...

... Si no estuviera encerrada en la silla de comer, podría mirar por la ventana y aburrirse un poco menos...

... Si no quiere la sopa en el plato de los niños en el bosque, cámbialo por el plato de la coneja. Con solo un pequeño esfuerzo, podría pararse en la silla de comer, inclinarse hacia atrás y tumbarla al suelo. Haría mucho ruido y nadie más se acordaría de la sopa. El líquido humeaba. Empujando todo el cuerpo hacia atrás, apenas conseguía que la silla se moviera...

... No permitas que te domine, debe obedecerte. No cedas a todos sus caprichos. ¿Por qué no quería abrir la boca? ...

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En este artículo he querido rendir un sincero homenaje a grandes profesionales en sus diferentes campos:

1) Cristina Peri Rossi, escritora uruguaya (1941) residente en España desde el año 1972, autoexiliada desde entonces y ayudada por Julio Cortázar en ese empeño; licenciada en Literatura Comparada, traductora, periodista y con conocimientos de música y biología. Entre sus obras podemos encontrar cuentos, novelas y poesía:  Viviendo (1963), Evohé (1971), La rebelión de los niños (1980), La nave de los locos (1984), Fantasías eróticas (1993), El amor es un droga dura (1999), Los amores equivocados (2015) ...entre otras.  Ha recibido numerosos premios: Premio de los Jóvenes (1968) de la editorial uruguaya Arca, el Premio Ciudad de Barcelona 1991, el Premio Internacional de Poesía Rafael Alberti 2003, el premio Vargas Llosa NH de Relato (2012)...

2) Carlos González (Zaragoza, 1960):  doctor en pediatría, fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna,  y escritor  de varios libros sobre alimentación, lactancia y educación para la infancia. Suya es esta frase que lo resume todo:

"Jamás de los jamases hay que obligar a comer a un niño, bajo ningún concepto"

3) Julio Basulto (Barcelona, 1973): Dietista-nutricionista, docente, conferenciante, miembro de comités de expertos, colaborador habitual en RNE y otros medios de comunicación, y escritor de 6 libros de nutrición.

Como colofón  podéis leer varios artículos en el periódico digital Eroski Consumer en los que la cuchara, elemento tan cotidiano como aparentemente inofensivo, ha ocupado bastante mi atención: aquí, aquí y aquí.

 

Imagen: http://www.crecerfeliz.es/Ninos/Alimentacion/a-partir-del-ano-come-menos

 

 

 

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