¿Basura? en el patio de un colegio de primaria

Hoy no pondré una foto atractiva, con una luz cenital espectacular o un producto industrial repleto de azúcar hasta los topes.  Hoy subiré una fotografía enviada por una estimada  profesora ( conoce mi debilidad por los cubos de basura cerca de los colegios ) para que haga una disertación sociológico-nutricional sobre el contenido de un cubo de basura en el patio de un colegio de primaria.

Siempre - o casi siempre- culpamos a la poderosa  industria alimentaria de todos - o casi- los males nutricionales que asolan a nuestra  infancia. También "reciben" los padres y , en general, las familias por ponerles en muchas ocasiones bollería y lácteos azucarados.  Pero creo que debemos reflexionar ante la frecuencia con la que se hallan en las bolsas de basura de los colegios, fruta que no se ha tocado y bocadillos.

¿Sabe la madre que -con toda ilusión del mundo-  ha colocado una preciosa  manzana en la mochila de su hijo dónde ha acabado la saludable fruta?¿Conocerá el paradero del bocadillo -algo voluminoso para niños menores de 12 años- la familia ?  Tenemos varios puntos a debatir: el primero estaría en la comunicación entre niño y familia para saber si ha habido consenso entre las partes para la colocación de fruta en la mochila escolar ; el segundo habría que centrarlo en el probable error de cálculo del apetito que tras dos horas de un buen desayuno ( o no ) puede tener un niño ( patio sobre las 10,45-11h  y hora del desayuno 8,3o); y el tercero y último, ( el más triste ) , aun en el caso de que estos dos supuestos anteriores se hayan cumplido de manera ilógica o equivocada, ¿por qué un niño decide tirar a la basura  un bocadillo o una fruta con un aspecto magnífico? . Se me ocurren varias razones:

1- Decir una mentirilla piadosa a la madre para tenerla contenta y crea que su hijo es un devorador de fruta.

2- Actuar de manera descuidada arrojando a un destino diferente al que le corresponde,  la pieza de fruta o el bocata, sin que exista la posibilidad de un retorno  al hogar para que alguien aproveche el preciado alimento ( o haberlo regalado a algún compañero).

3- Constituiría un acto de protesta (debidamente comunicada a la familia al llegar a casa) por no haber puesto en la mochila un  bollo o cruasán con grasa chocolateada , un paquete de patatas fritas o un batido de chocolate , como suelen ¿disfrutar? algunos de sus compañeros.


Moraleja:  hablemos con nuestros hijos sobre lo que necesitan en el patio ( si es que necesitan algo), no solo en calidad sino también en cantidad; e inculcarles la buena costumbre de no tirar alimentos en buen estado.  Como el optimismo es una virtud , se debe decir que  al ampliar la foto se observan  peladuras de alguna mandarina y 2 peladuras de plátano, lo que significa que algún niño esa mañana en concreto comió la fruta que su familia le puso.

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